
Caminando a media tarde por las tediosas calles de mi ciudad, podía ver a gente caminando en distintas direcciones, unos en grupos, otros en pareja, algunos con sus animales y solos.
Todos parecían tener algún sitio al que ir, pero nadie reparaba en aquella flor morada. Tan hermosa, tan viva.
Al observar la flor en ese lugar me di cuenta de que se marchitaba al anochecer y volvía a resurgir al alba. Aquella flor allí tan sola, esperando otorgar la felicidad a aquel que fuese capaz de ver la belleza, la simpleza, lo etéreo...
Más de una vez intente que la mirasen, pero tampoco me miraban a mí, no podían ver mi traslúcida apariencia.
Todos los días regresaba con la esperanza de que alguien la mirase, pero irremediablemente se volvia a marchitar al atardecer.
A veces el optimismo se desvanece, se derrumba lo que queda de mi alma y se disipa mi corazón. A qui sentada, miro a toda esa gente con las manos atadas y ciegos ante el mundo. Llevan en sus manos el consumismo, en sus bocas el desprecio, en sus oidos alagos para ellos...
Y yo sigo esperando, aquella flor es la felicidad que perdí al morir, el universo está lleno de esas flores, y ellos singuen sin verlas...
Hoy en día no nos paramos a mirar detenidamente a nuestro alrrededor, no disfrutamos de la vida, de lo que nos ofrece, estamos de mierda hasta el cuello, nos hemos convertido en una raza débil la cúal se agobia fácilmente, si fuéramos más simples, más sencillos...seríamos capaces de ver las flores...

Si nos diera la "picá" de mirar a nuestro lado veríamos esa flor y olvidaríamos la absurda complejidad de la vida equivocada que llevamos. A veces cuesta apartar la búsqueda de la gran felicidad para disfrutar d elas pequeñas alegrías... ;)
ResponderEliminar¡Besos, princesa!